cuando me di cuenta que en vez de ir para Marte iba a Plutón, me bajé del 54 y esperé otro colectivo. Siempre me gustó ponerle nombres de planetas a los barrio rosarinos, te da un toque de misterio y sagacidad, o hacés que los demás te miren con lástima creyéndote un loco boludo de esos que están con problemitas del marote pero son inofensivos... tirando a la segunda.

Después me arrepentí y me di cuenta de que tenía un socotroco parecido a un golpe que devino en moretonazo al instante. Debió haber sido producto del golpe causado por esa puta a la cual le pagué 10 pe y le repetí más de tres veces con mis manos entre sus rulos rojos y su maquillaje corrido: "Seguí así y no te me hagas la loca"; cosa que respondió con un empujón, que llevó a mi muñeca a chocar contra la pared con empapelado humedecido de florecillas y con alquitrán en el exterior.

La cena fue bastante buena, esta vez intercambié un soneto por un sambuchito de salame y quesito con su respectiva copita de vino Toro Viejo.

De fondo sonaba "Esa estrella era mi lujo" de los Redondos. Bartolo dormitaba en su banquito de la plaza central, el cual rentaba por 50 ctvs. diarios al mafioso Sr. Cartucho, otro linyera más vivo que Bartolo.

Al otro día quería ir a Venus, pero ese mañana no llegó.

El chambuchito o el Toro le habían caído mal y ese último encuentro sexual pareciera que le bastaba como para dormir pacíficamente y con tranquilidad. Pero no fue con tranquilidad precisamente que se lo tomó la mujer que venía con un changuito del super, el cual terminó tirado como cualquier papel de alfajor que no se sabe dónde tirar y se lo abandona al viento, pero como no era liviano como el papel el ruido del chango y el grito de la mujer al ver a Bartolo con la cara bañada de vómito hicieron que casi toda la plaza se volviera un gran teatro de varieté urbano







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