odos los músculos del cuerpo tensos. Los nervios crispados. Una gota de sudor frío corriendo por la espalda. El dedo tembloroso en el gatillo. Un chasquido, una explosión, una bala...

Silencio... silencio abrumador y plagado de incertidumbres. Silencio agobiante e intangible. Silencio lleno de mudas voces...

Un cuerpo inerte que lentamente comienza a rodearse de sangre. Restos de jarrones y vidrios, silentes testigos de la lucha. Pasos desesperados que recorren la habitación. Manos nerviosas que intentan poner todo en su lugar. Pequeños detalles que lentamente vuelven a su estado original. Caos que de a poco se convierte en desorden. Confianza que va in crescendo a medida que el tiempo transcurre...

Recuerdos... recuerdos que azotan la memoria sin piedad. Recuerdos de discusiones y peleas. Recuerdos que se retuercen, cambian y se confunden los unos a otros...

Una figura que se desliza felinamente por la habitación, cada vez más segura de si misma. Miedos que, no sin resistirse, se desvanecen, presas de una seguridad voraz que avanza sin mirar por donde va. Culpa y remordimientos aplastados por la sombra de la impunidad. Calma... calma que esconde en sus entrañas la semilla del peligro. Calma tan perfecta que provoca estremecimientos. Calma que antecede a la tempestad...

Ansias repentinas de escapar. Desesperación leve que comienza a mellar la tranquilidad. Imágenes que se agolpan y surcan la imaginación en tropel... imágenes nada gratas. Murmullos provenientes del exterior...

Sirenas... sirenas que resuenan como campanadas a medianoche. Sirenas que avanzan destruyendo esperanzas a su paso. Sirenas que se acercan marcando el fin...

Desesperación. Latidos que comienzan a acercarse cada vez más, temiendo a un enemigo común. Figuras que se retuercen en la imaginación, como parte de un extraño test de Rorschach. Miradas fugaces que súbitamente escapan hacia cada rincón de la habitación, buscando una salida. Pasos apresurados que resuenan en las escaleras... .

Espera... espera que parece alargarse con cada segundo. Espera cubierta por la desazón de quien sabe que no encontrará nada bueno a su término. Espera en un tiempo que parece transcurrir ente melaza...

Arrepentimientos tardíos. Una decisión insegura que lentamente va cobrando fuerza. Gritos y advertencias provenientes del otro lado de la puerta, con destino a un enorme mar de nada. Todos los músculos del cuerpo tensos. Los nervios crispados. Una gota de sudor frío corriendo por la espalda. El dedo tembloroso en el gatillo. Un chasquido, una explosión, una bala...

Silencio...







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