Epílogo:
Mientras caminaba, me embargó un sentimiento de miedo.
Comprobé con horror que dije las primeras palabras que se me vinieron a la boca, y sin embargo eran palabras repetidas, palabras que había dicho otra antes que yo. Y que tal vez otra estuviera repitiendolas ahora mismo, y mañana, y pasado, para siempre.
"Calmáte y racionalizá esto".
Tenía dos alternativas:
a) Estaba destinada a decir esas palabras
b) O teniendo en cuenta que soy yo y nada más que yo, y ante un estímulo puedo reaccionar de la manera en que me lo permiten mi educación, mis características físicas, mis deseos, la configuración electrónica de mis neuronas, etc etc. Por lo tanto, enfrentada mil veces ante el mismo evento, y creyendo que era la primera vez, siempre diría las mismas palabras.
El terror fue mucho mayor cuando comprobé la tan temida verdad:
Ambas opciones eran lo mismo
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