viernes, 10 de octubre de 2008

justatrip

ranscurrida la noche del lunes, me levanté un tanto agobiada por la pérdida de aquel sueño. Supongo que era escabroso y delirante, lo supuse por el buen humor que tenía. Por lo general suelo ser un tanto reacia a soñar, pero la vaga memoria de ese sublime encanto me transportaba a imágenes, olores y sonidos que la verdad eran un tanto inexplicables, tal vez por los personajes o ideas o dolores atravesados. Noctámbula me voy por el comedor para sentarme, reclinarme en las plumas contenidas y posar mis pies sobre la mesita ratona que compré en un bazar mientras caminaba un tanto exhausta por el día laboral en la calle San Luis. Intenté volver, viajar en colectivo mientras veía a un vampiro corriendo por el parque, pero el timbre me volvió a la rutina, tediosa imparable y llena de horarios y de notas por firmar y de sí te quiero y de perdoná. Por eso y por otras razones decidí pegarme un pase al más acá, pero el whisky sirvió para contrarrestar la tristeza. Improvisando sin querer veo distintos factores relevantes para explicar con mayor exactitud el desenlace.

Incluir preguntas a las respuestas y secuenciar los secretos no revelados, valorar lo irónico de lo irreverente y transitar sin chistar el (no) destino.

El fin de se semana anterior fue etéreo, acciones inexplicables, todavía no entendiendo estas luces, están sobre mí de forma vertical, cuando de un momento a otro se convierten en humo, azul, rojo y esas caras, esos pelos... y tu voz en mi cuello, adentro de mí. Un monstruo, sólo un hombre, no asociar la palabra monstruo a formas viscosas, debemos saber que monstruo alude a alguien como vos y yo, alguien "normal" pero siendo y ejerciendo el rol de monstruo. No me asusta la oscuridad y la música me mantiene viva, dentro de ese sueño. Supongo que si dejo de bailar, las imágenes van a verse borrosas, mezcladas, moviéndose, debajo de algo que las hace parecer "sombras". Y de pronto descubro el tacto, ese sentido perdido a propósito para luego emocionarme al sentir una caricia pesada, calurosa y violenta revolviendo mi cara, mis ojos, dentro de mi boca. El aroma no se queda atrás: tu perfume, que dejaste también en mi cama como aquella mañana soleada, como la de hoy, o la de ayer o la de nunca. Inocentemente cegadora me tropiezo con una ilusión... y vuelta al viaje interminable secuencial sin coherencia pero con cohesión o al revés.

Tratando de imponerme a la impotencia, resistiendo lo irresistente, sigo pensando lo impensado, dándome cuenta que ya no he estado.

Después de aquel encuentro de bocas húmedas y brazos sin limitaciones, se notó el cambio inevitable de la situación anatómica en el cuerpo de ella. Pero no hay que apresurarse, ya se, pero yo estoy segura de lo que siento, confío en algo, en mi. Demasiado jóvenes, lo sé, y bueno, por eso creo que está bien lo que voy a hacer. No te apures, hay que rever todos los hechos. De fondo sonando una banda de la época. Enfrente él, la inseguridad e inmadurez perpetuada en la cresta y sus ojos vacíos, sus pestañas lo realzan y su boca, la frutillita del postre. Su beso en mi mejilla, disparador de todo esto, su beso y su abrazo, colgado. Es bueno tener en cuenta que contado de esta forma es otra historia más, pero si a eso se le suman las lagunas propias va cambiando el asunto. El problema es la idealización y el no poder encontrar ese hilo conductor, el compromiso que tanto me gusta en las películas... y no se.

Sacándome los trapos sucios de encima, viviendo lo no vivido en sueños realidades, sin pensar ni enojarme ni soñar ni querer...







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