viernes, 10 de octubre de 2008

dontputyourhandsonme

  el olor de él café me enamoró una vez más. Pensé en cómo mierda podía inspirarme, la noche había sido bastante problemática. Media hora más tarde un joven entró a la oficina con su currículum en la mano, pero su mano se ocultaba por un guante blanco y negro que hacía contraste con esa corbata fucsia puesta delicadamente en una imitación "Armani" comprada en Lompa's (es una jerga argentina pa' decir pantalón) de la calle San Luis.

La mujer quedó impactada. Sin siquiera relojear las páginas, las arrojó a la basura a escondidas del joven y le concedió el trabajo en seguida. De ahora en más Martín Ramírez sería su nuevo secretario/asistente.

Varios días después, ella, recostada en su escritorio, se tomaba la pildorita azul correspondiente al día. Sus migrañas habían estado ausentes durante varios años, aunque siempre soñaba con lo mismo: Aquella despedida que tuvo con quién sabe quién, en cualquier lugar. Sólo recordaba su perfume y su voz. Luego de 25 años sólo recordaba esas dos cosas. Sólo tenía quince años... sólo quince años.

- MARTIN!!!!!!

- En seguida, Frida.

- ¿Me hiciste los balances? ¿El inventario? ¿Y las llamadas correspondientes?

- Sí, sí, acá esta todo.

- ¿Por qué no usaste la computadora, Martín?

- No me acostumbro a la nueva tecnología. Pido disculpas, debería de prepararme más.

- No hay problema.

En ese momento ella recordó que su empleado cumplía un mes con su nuevo trabajo, conque decidió invitarlo a cenar.

Mientras esperaba ansiosa, empezaba a practicar cómo le iba a manifestar su enfermedad, y pensaba si debía decirle que lo que la causó fue la violación cometida por un compañero de colegio, el cual mientras escapaba sufrió una caída que lo hizo quedar desfigurado. Ella superó todo eso y se endureció frente a todo amor posible, dedicándose exclusivamente a su carrera. De él no volvió a saber nada, y tampoco quería saberlo.

Durante la cena se reían de las torpezas del primer día de trabajo, ella notó que él tenía un gusto antiguo para el cine, la música y la literatura.

- Me parece que te conozco de toda la vida, serías un perfecto hijo.

- ¡Imposible!

- ¿Por qué?

En ese momento él se quitó el guante y ella notó que no tenía manos juveniles; al contrario, parecían de un hombre de su misma edad, con un anillo de oro promitente tapando varias de las manchas producidas por los años...

- ¿Sabías querida... que las manos son el único lugar donde no pueden realizarte una cirugía plástica?







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