viernes, 3 de octubre de 2008

elsobreviviente

xtraños gruñidos resonaban más allá de los barriles que le servían de refugio. Era lo único que se escuchaba en la calma de la noche, a excepción del constante crepitar de las llamas. Gruñidos, jadeos, ladridos... más graves, más agudos, estruendosos o casi imperceptibles... todos diferentes, pero todos con un mismo resultado... miedo.

En un hábil y rápido movimiento salió momentáneamente de su escondite para derribar de dos certeros disparos a una criatura que se arrastraba unos metros más allá, en busca de alguna víctima. Rápidamente volvió a la efímera seguridad que le proporcionaban los oxidados barriles.

Miedo. Aunque el sentimiento no era extraño, no era algo común en él. Miró a su alrededor. La imagen era desoladora... una imagen plagada de autos estrellados, cadáveres y llamas.

Buscó con la vista su próximo refugio. Unos cuantos metros más allá de donde se encontraba vio un auto volcado. Corrió hacia él, pasando junto a la agonizante criatura que daba sus últimos soplos de vida.

Trató de aclarar sus pensamientos... "no hay por qué tener miedo" se dijo a sí mismo. Sin embargo, por alguna razón, el miedo seguía ahí, aferrándose a sus sentimientos con todas sus fuerzas.

Un alarido conocido lo hizo volver en sí. Sin titubear se puso de pie, mirando al cielo, esperando el inminente ataque. La bestia voladora arremetió desde un costado, dejándole apenas una fracción de segundo para reaccionar. Rodó sobe si mismo y se incorporó rápidamente para disparar repetidas veces a la sombra que se deslizaba por el cielo.

Una menos.

Volvió a scannear el panorama con la vista. "Es impresionante" había dicho el vendedor... no le quedaba ninguna duda.

Al final de la calle alcanzó a ver su meta, la puerta que tanto temía. Siguió corriendo calle abajo, haciendo una ultima escala junto a un montón de chatarra que en algún momento podría haber sido un colectivo. Se detuvo e instintivamente se tiró al piso. Revisó las municiones y trató de aclarar sus pensamientos.

Intentaba retrasar lo más posible la apertura de aquella puerta, porque sabía lo que encontraría del otro lado. Recordaba su último encuentro con la bestia. El terror lo había paralizado y no había podido reaccionar.

Pero esta vez era diferente... esta vez estaba preparado.

Se puso de pie, más seguro de sí mismo, y con paso firme recorrió los metros que lo separaban de su destino. Se detuvo un momento antes de abrir la puerta. Una voz familiar lo llamaba desde lejos, pero ya era demasiado tarde.

Abrió la puerta y entró. Sin darle un segundo de respiro la bestia se abalanzó sobre él con toda su furia. Instintivamente dió un salto al costado, esquivando por centímetros la embestida. Se alejo lo más posible y disparó repetidas veces. Solo uno de los disparos alcanzo a la criatura en una de sus extremidades, lo cual aparentemente hizo crecer aun más su ira, y dando un salto se lanzó nuevamente sobre él. Tratando de no desesperar, reaccionó lo más rápido que pudo. Rodó por el suelo y se incorporo rápidamente, volviendo a abrir fuego. Esta vez alcanzó a la bestia de lleno en el pecho, la cual se desplomo envuelta en un manto de gruñidos y alaridos.

Se quedó quieto. No podía creerlo.

"No fue tan difícil después de todo", pensó.

Miró a su alrededor. Todo estaba en calma. Solo se escuchaba el crepitar del fuego. Se volvió y con paso lento comenzó a caminar hacia la salida. Un sonido lo distrajo de sus triunfales tribulaciones. Volvió la cabeza instintivamente. Ante sus aterrados ojos la criatura se incorporaba nuevamente.

"No puede ser."

Sabía que no tenía más balas. Intentó correr, pero ya era demasiado tarde. La bestia fue más rápida que él y lo alcanzó de lleno en la espalda, causándole la muerte al instante.


Una maldición resonó en la habitación. El joven apagó la computadora al tiempo que su mamá lo llamaba por segunda vez:

"A comer che!!!"







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