miércoles, 24 de septiembre de 2008

sesodebil

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on todos mis años de experiencia como nerd informático -particularmente como g4m0r- debo admitir que nunca había probado un juego hentai. Eventualmente se me ocurrió que, estando más cerca de la fecha de mi muerte que de la de mi nacimiento, éste sería tan buen momento como cualquier otro para debutar en ese campo, y allá salí a vivir la experiencia de una buena vez.

Tras haber probado tres títulos que entiendo son de lo mejor del género, estoy listo para presentar mi crítica genérica: Una reverenda mierda. No porque las historias sean huecas o porque la jugabilidad sea mínima (sé que a veces tengo mis cosas de snob cooltural, pero no soy tan snob como para pretender que una porneta mal disfrazada de entretenimiento interactivo sea alguna especie de desafío para el intelecto, o siquiera que me deje un recuerdo que dure más de un par de días); lo que mató al género a mis ojos fueron las escenas de sexo, por estúpidas --precisamente lo que se supone es su punto fuerte.

El título que me venía más altamente recomendado era Divi-Dead. Lo soporté durante unos diez o quince minutos de clickear despreocupadamente para ver las imágenes sucederse cual diapositivas mientras líneas y líneas de texto me presentaban a los personajes y la historia de fondo. Y entonces llegué a la primera escena hot.

La escena que mató a Divi-Dead ante mis ojos.

El protagonista caminaba al atardecer por uno de los pasillos de la universidad, cuando de repente se le vino encima una chica cuyos sentidos -empezando por el sentido común- parecían estar anulados, bajo el efecto de una excitación irracional que rozaba la posesión demoníaca. Sin preocuparse demasiado por averiguar qué le pasaba a la chica o pensar que estaba en un pasillo abierto junto al patio interno de la universidad, el tipo -ni lerdo ni perezoso- empezó a meter mano, y así fue que sus dedos se encontraron con la explicación al enigma: La chica tenía un vibrador metido en la vagina. Ese era el motivo por el que venía tan caliente. Más tarde me enteraría de que lo traía puesto desde hacía horas, y todo ese tiempo había estado en esa especie de sonambulismo cachondo. Y eso no es todo: Al tocar el vibrador, el héroe lo encendió accidentalmente, lo cual duplicó el nivel de excitación de la muchacha.

Los relojes que cuelgan por toda mi casa -una cantidad tal que el mismísimo doctor Emmet Brown me trataría de exagerado- decían que era bien entrada la madrugada, así que el único interlocutor que tenía en ese momento era el gato. Lo miré y le dije: "¿Pero vos leíste lo mismo que acabo de leer yo? O sea, a mí nunca se me quedó un consolador calzado en la cajeta durante todo un día y por lo tanto ninguna mano tuvo oportunidad de encenderlo accidentalmente, así que hablo desde la teoría; pero me atrevo a suponer que no debe ser una experiencia particularmente excitante. ¿Qué clase de atrofiado mental escribe una idiotez de ese calibre?". El gato se plegó a mi razonamiento con un enérgico "Miaaaaaaau...", tras lo cual se dio vuelta y se acostó a dormir, claramente abrumado por la indignación.

Fue entonces que la revelación me golpeó: Los hombres no sirven para escribir historias eróticas.

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2 comentarios:

  1. Leí tu comentario de DiviDead.

    Pero tu opinión es muy imparcial.
    Sobretodo por no haber jugado el
    juego a cabalidad.

    Algo así como un niñito chico que
    empieza a tratar de hacer algo y
    como no le resulta, luego dice
    que es mala la cosa o es aburrido.

    Sin embargo, el problema es el niño.

    La red esta llena de opiniones tan
    superficiales -como la tuya- que mejor
    ni hablar.

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  2. Ah, bueno, un abogado del hentai. Cerrá y vamos. WAAAAAAA WAAAAA NO TE METAS CON MI DIBUJITO ANIMADO PARA TOCARME EL PITIN TT3TT --Y yo que en algún momento llegué a pensar que discriminar a los weeaboos era algo malo...

    ¿Y qué mierda es eso de cortar los párrafos cada cinco palabras? ¿Tenés hipo en el enter o sos medio imbécil nomás?

    Y esa metáfora del niñito chico, una delicia. Un maestro de la dialéctica.

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